“DICEN QUE ES LA MISMA PERO NO ES LA MISMA”: EL SÍNDROME DE DARRIN.
Dick York, el actor que interpretaba al marido de la bruja Samantha, tuvo problemas de salud y se vio obligado a dejar la serie tras seis años. De un día para otro, sin avisar, apareció en la pantalla Dick Sargent interpretando al personaje de Darrin Stephens. De ahí el nombre.
Algo similar ha ocurrido en infinidad de series y sagas de cine: El Príncipe de Bel-Air con Vivian, la tía de Will Smith, en Harry Potter, Friends, Juego de Tronos… También en series españolas como Cuéntame donde el personaje de Inés Alcántara fue interpretado por Irene Visedo hasta la temporada 12, después sustituida por Pilar Punzano que, tras cinco temporadas, dejó paso de nuevo a Visedo. Paz Padilla fue reemplazada por Miriam Díaz Aroca en Ala-dina.
Y así.
Para mí, el caso más divertido fue el de Lecy Goranson, que, por lo visto, decidió abandonar Roseanne para empezar la universidad y fue sustituida por Sarah Chalke (Scrubs). El cambio se produjo mientras la familia veía un capítulo de Embrujada en la tele. Al entrar, la nueva actriz comentaba que a ella le gustaba mucho más el segundo actor. Tiempo después, la serie dedicó un capítulo entero a reírse de este cambio: el hermano pequeño crecía (interpretado por su propio padre con peluca: John Goodman) y acudía al psicólogo con una obsesión: “dicen que es la misma pero no es la misma”. Según avanzaba la trama, nos dábamos cuenta de que se refería a las dos actrices que habían encarnado al mismo personaje sin que nadie en la ficción lo acusara (salvo él). Después de dos temporadas, Lecy Goranson volvió, pero, en la última fue sustituida de nuevo por Chalke. Físicamente no se parecían mucho, una era mucho más alta y espectacular que la otra. Una locura.
Llegado este punto, debo confesar que yo también he participado en varios casos similares. En ocasiones como un encargo, y en otras como decisión.
HERMANOS (O PRIMOS) DE LECHE. Tal vez haya sido la mayor locura que he tenido que asumir en mi vida profesional, en este caso junto a Nacho Cabana. Para los que la recordéis, esta serie también de los 90, trataba de la convivencia de dos hermanos, un poco al estilo de La extraña pareja. El protagonista de las primeras temporadas junto a José Coronado fue Juan Echanove. No sé bien el motivo por el que este actor abandonó la serie, pero el productor, José Frade, decidió sustituirlo por el Gran Wyoming (esa es otra historia que será contada en otro momento). Y ahí se inició el debate: ¿Cómo lo hacemos? Recuerdo que nos convocaron a los guionistas a una reunión importante en el descomunal despacho del productor. Aunque se planteó, no podíamos matarlo y sustituirlo por otro personaje ya que se suponía que los protagonistas eran hermanos. De ahí el título. Primos de leche no sonaba igual. Por lo tanto, el nuevo actor debería interpretar al hermano saliente. Se debatió durante toda una tarde cómo se podría hacer ese cambio sin que afectase a la audiencia, que estaba yendo bastante bien. De inicio salieron teorías más bien esotéricas: viajes astrales, reencarnaciones. Yo veía que a Frade no le hacían gracia ese tipo de tramas, por lo que a Nacho Cabana y a mí se nos ocurrió una locura todavía más absurda: Echanove podría sufrir un accidente de tráfico y su rostro quedarse desfigurado. Le operarían para reconstruirle el semblante y, para sorpresa de todos, al hacerlo y quitarle las vendas, aparecería el Wyoming.
Y así fue como sucedió para nuestro asombro. Por suerte, la serie era una comedia bastante loca, y ayudó el que Miguel Rellán interpretara al médico pirado, que hacía la operación de estética. Al final funcionó la idea y la ficción incluso subió de audiencia (ver vídeo).
MENUDO ES MI PADRE: ¿DANIEL GUZMÁN O BORJA ELGEA? Una vez más nos encontramos con el mismo problema. Ocurrió en la serie del Fary, Menudo es mi padre, de la que yo era por entonces coordinador de guiones. Daniel Guzmán, tras veintitantos capítulos, quiso dejarnos para dedicarse a otro proyecto. Nosotros considerábamos que su rol era esencial en la serie, por lo que decidimos no prescindir de él. Eso no nos dejaba muchas alternativas. Llegamos a un acuerdo con Daniel para sacarlo de la manera menos perjudicial posible y mandamos a su personaje a Sevilla durante dos episodios. A su vuelta, el actor era ya Borja Elgea igual peinado, con las mismas gafas y con una camiseta que ponía: “Juanvi”, que era el nombre del personaje.
Pensamos que, estando fuera un par de capítulos, el resultado no sería tan “cantoso”. A su regreso, su hermano, al verle, le comentaba que le veía más alto. Incluso decidimos cruzar a ambos actores en el bar. Daniel Guzmán interpretaba ahora a un macarra que trapicheaba con drogas. Elena Fernández, novia del personaje, entraba diciendo “Juanvi” y ambos se giraban, pero Daniel entendía que no se refería a él. ¡Os prometo que conozco gente que no se dio cuenta del cambio de actor!
En Menudo es mi padre le debimos de coger el gusto a Darrin porque poco después cambiamos a María Adánez por Alicia Bogo.
Y llegamos a COMPAÑEROS. Eso ya fue una locura. Cuando una serie dura tantos episodios, en este caso 121, ocurren todo tipo de cosas. Y más, cuando hablamos de niños actores. Ahí las circunstancias pueden ser complejas. No era fácil que un menor permaneciera casi 5 años en un plató de televisión a pesar de que tuviéramos tutores que se encargasen de ellos, y la mayoría sacasen buenas notas en el colegio. Curiosamente, todos los problemas se dieron con el hijo de Marisa (Beatriz Carvajal): Emilio Rubio Viñé. Jorge San José lo interpretó en las temporadas 2 a 5. Juan José Ballesta (Temporadas 6-7) y Daniel Esparza (Temporadas 8-9). ¡Y mira que eran diferentes! Uno más dulce, otro más macarra y otro más espabilado. Buscamos que fuesen buenos actores para su edad, y no tanto el que se parecieran. Cada uno tenía un físico distinto y por tanto el personaje se iba adaptando a lo que el niño nos daba en plató. A mí me encantó la secuencia que hizo Esparza con el mismísimo Miguel Rellán en la que lo acusaba por no comprometerse con su madre, Beatriz Carvajal, en la relación.
Tendríamos que haber hecho un capítulo posterior a los cambios en el que Bego, Nadia y Lolo fueran ya de mayores al psicólogo y dijeran aquello de: “dicen que es el mismo, pero no es el mismo”. Por tres.