No mintáis, sé que no habéis visto ‘Sin Identidad’
Escribo estas líneas justo la noche en la que se emite el último capítulo de Sin identidad* en el prime time de la televisión italiana, #senzaidentita2. Incluso paro de vez en cuando para tuitear con los seguidores que tenemos en ese país, que son muchos.
Estamos en enero y es tiempo de hacer balance. Acabamos de ver publicadas muchas listas de las comedias, los dramas y los personajes del año en la televisión. En alguna de esas clasificaciones, así como en tertulias sobre guion, mesas redondas y blogs de diferentes críticos se protesta habitualmente por determinadas carencias que sigue habiendo en la ficción nacional.
Sin identidad no ha sido la serie del año en audiencia ni en premios. No fue mal, incluso acabó bastante bien, cerca de un 18%, pero sufrió durante una parte de la temporada enfrentada a La Voz, Águila Roja y al programa de Chicote. Se emitía en un día realmente complicado. Ya sé que es imposible verlo todo y más si el programa no está tan de moda como El Ministerio del Tiempo, Vis a Vis, Mar de plástico o Los nuestros… Y se nota que muchos de esos críticos, analistas o escritores no la han visto. Ya digo, es normal.
Porque si la hubiesen visto no harían algunas de las siguientes afirmaciones.
En las series españolas no se refleja la realidad, ni se habla de la política actual. Se dice que nuestras ficciones crean un mundo propio inexistente en la realidad. Y no digo que no sea cierto en ocasiones. En Sin identidad había una trama a lo largo de casi toda la temporada sobre corrupción política. Uno de nuestros protagonistas (Tito Valverde) era Secretario de Estado de Sanidad y estaban a punto de nombrarlo Ministro. La temporada empezaba con una trama sobre vacunas, inspirada en lo que sucedió en este país en el 2009 donde se llegaron a comprar 37 millones de dosis que nunca se usaron. Una vergüenza que nos costó mucho dinero. Y así se reflejaba en la serie.
En un segundo momento se contaba el lanzamiento comercial de lo que se ha llamado “la viagra femenina”. Hubo quien me comentó que “qué casualidad”, ya que pocos meses después de la emisión se lanzó de verdad al mercado. No era casualidad, era documentación. Sabíamos lo que iba a suceder y nos adelantamos. Para desarrollar esta trama nos basamos en una sentencia judicial de Estados Unidos. Por lo que leímos, se acusó a una farmacéutica de organizar un congreso internacional para generar el problema de la falta de lívido femenina como si fuese una enfermedad y crear la necesidad de curarla. En un segundo momento se sacó al mercado un medicamento para “arreglar” dicha dolencia, que realmente no era tal, ni la pastilla tenía los efectos mágicos que prometía, y sí efectos secundarios. Nos pareció un tema suficientemente atractivo como para usarlo y hablar de una relación poco clara entre el Ministerio de Sanidad y unos laboratorios.
También tocamos el tema de la trata de mujeres y sus consecuencias psicológicas en las personas que la han sufrido. Llegamos a plantear un capítulo especial que era una denuncia explícita contra el tema. No llegó a ser aprobado el guion y no se grabó, pero ahí queda, al menos, nuestra intención de profundizar en esta cuestión.
En las series españolas no hay personajes femeninos fuertes. Hay un test para comprobar si las mujeres son meros objetos en las películas. El test de Bechdel en el que se piden tres requisitos muy básicos para considerar que una película no es sexista: que haya al menos dos mujeres, que ambas compartan una conversación y que esta no sea sobre un hombre. Claramente en Sin identidad los personajes femeninos son fuertes y son los que mueven a la acción al resto. Y hablan de todo. También de hombres, por supuesto, y de relaciones. Pero hablan de venganza, de entramados empresariales, de herencias, de montar negocios, de amor entre hermanas, de hijos, de traición, de asesinatos, de sus propias madres, de dinero, de todo.
En la serie estaban representadas mujeres muy distintas, las fuertes, las frágiles, las educadas en lo tradicional como Luisa Vergel, las ambiciosas como Amparo, las implacables y determinadas como María, las libres y espontáneas como Belén, las naturales y divertidas como Eva. Pero además de representar a distintos tipos de mujeres, los personajes de todas ellas estaban construidos con muchos matices, las amábamos y las odiábamos, nos fascinaban y nos conmovían, las temíamos y las cuestionábamos, todo a la vez.
En las series españolas no hay relaciones sentimentales adultas. Se acusa a las series españolas de crear unos estereotipos de personajes masculinos y femeninos que funcionan pero que no son reales. Que casi todas las relaciones sentimentales son típicas de comedia romántica, de buenos y malos. Se pueden ambientar en distintos espacios, pero son amores imposibles por unos factores externos que complican la relación hasta el extremo. En Sin identidad no es así. Los factores que hacen que las relaciones no funcionen son internos de los personajes. No vienen de fuera. El sufrimiento de Megan Montaner** (María Fuentes) por su pasado en una organización de trata de personas y su deseo de venganza la impulsan a poner en peligro su vida y su relación con Eloy Azorín (Pablo) arriesgándose a seducir a Daniel Grao (Juan), aunque eso le destroce su vida. Presentamos a una protagonista engañando a su amor romántico de una manera un tanto sórdida y continuada en el tiempo. Buscando, con esa manera de actuar, vengarse de otro personaje. Y tratado con profundidad. Nuestros seguidores nos acosaron en Twitter, no están acostumbrados a que una protagonista femenina “se equivoque” tanto. La bajada a los infiernos que hace Megan durante la temporada tampoco creo que se haya visto en otra serie española generalista desde Policías en el corazón de la calle. Hay una secuencia de Megan teniendo relaciones sexuales en un baño de un bar con un tipo lleno de tatuajes que es difícil que se repita en la tv en abierto.
Todavía más realista y más dura era la relación de Miguel Ángel Muñoz y Verónica Sánchez, un gran redescubrimiento como actriz en esta serie. Interpretaba a un personaje complejo, lleno de aristas; ni buena ni mala, una superviviente, un personaje con matices cómicos y trágicos a la vez, que era capaz de traicionar lo que más quería. Y de sufrir por ello. Creo que entre la actriz y los guionistas conseguimos un personaje realmente humano al que llevamos hasta el extremo, sin miedo a contar situaciones muy duras.
Uno de los grandes debates internos de la serie fue si escribir o no la secuencia en la que Verónica se tiene que humillar frente a Tito Valverde, llegando a postrarse de rodillas para tener sexo oral con él ante la mirada de su marido. Al final nos decidimos por escribirla y, tanto la productora como la cadena, a las que se suele tachar de conservadoras, nos permitieron rodarla. Merece la pena verla. Aquí os dejo el link.
Las series españolas no tienen éxito fuera. Las dos temporadas de Sin identidad se han emitido dobladas en el prime time italiano siendo el 2º programa más visto en su noche de emisión. Ayer, en su cierre, tuvimos 3.300.000 espectadores y nos mantuvimos en el top 5 de los trending topic italianos hasta la mañana del día siguiente. Megan se ha convertido en un auténtico fenómeno. Mucho más que aquí. También por El Secreto del Puente Viejo. Incluso ha protagonizado una serie italiana: Task Force 45.
Las series españolas alargan las ideas hasta el infinito. Sin Identidad fue concebida como una serie de dos temporadas y nunca se planteó cambiar eso. Independientemente de la audiencia. Tanto la productora, Diagonaltv, como Antena 3 también lo tuvieron claro. Eso nos permitió que los protagonistas fuesen más reales y pudiesen evolucionar, tener un arco de personaje completo. También nos permitimos matar a alguno de ellos no como reclamo para la audiencia, algo últimamente bastante habitual, sino para remover la historia y para trasmitirle al espectador que la lucha entre los personajes y la venganza iban en serio.
Una serie que se ha rodado sin la presencia de un plató y casi sin localizaciones fijas, mostrando como nunca se había visto antes una ciudad como Madrid. Con mucho riesgo estético, apostando por una iluminación oscura y contrastada cuando era necesario para la historia.
Y, además, todos los actores vocalizan.
Yo creo que la ficción en este país va evolucionando y cada vez hay más series españolas que contradicen las acusaciones de algunos críticos. Con la ilusión y el esfuerzo de todos, poco a poco, ya estamos haciendo una ficción de la que nos podemos sentir orgullosos, aunque, en ocasiones, no nos dé tiempo a ver todo lo que hacen nuestros compañeros de profesión.
Un abrazo a todos.
* Sin identidad fue creada por Sergi Belbel. El equipo que dirigí yo, como director argumental, se hizo cargo de la serie a partir del capítulo 6º de la 1ª temporada hasta el final; episodio 23. (También estaban Mónica Martín-Grande, Victoria Dal Vera, Ramón Tarrés y Tatiana Rodríguez).
** Utilizo los nombres de los actores y actrices y no el de sus personajes para que sean más identificables.
Originalmente publicado en Bloguionistas